Con todo este proyecto de haber comenzado con mi página de Patreon he podido ratificar nuevamente algo que pienso desde hace mucho tiempo, y es que la solución para que podamos seguir de alguna manera teniendo una sociedad rica culturalmente, es poniendo la mirada en las comunidades pequeñas.
Últimamente hemos estado escuchando mucha música con Sofia, porque ella hace poco comenzó a pagar el servicio Premium de Spotify. Ha sido increíble redescubrir muchos discos que hace mucho no escuchaba, y descubrir algunos músicos que no tenía muy presentes también; por viajar tan seguido durante tantos años, hace mucho dejé el hábito de escuchar música (no tenía dónde hacerlo, ni tampoco una rutina que me abriera ese espacio en mi día cotidiano), y la verdad es volver a acercarme al ejercicio de escuchar música ha sido muy especial. ¿Y a quien debo agradecerle por esto? A Sofia (desde luego), y a Spotify.
Quería comenzar con esto, porque lo que voy a decir no es para satanizar a las plataformas digitales; sería absurdo para mí negar todas las cosas buenas que he recibido (tanto como músico y como consumidor) a través de Spotify, Youtube y tantas otras. Pero cada vez que escucho algo por Spotify no puedo evitar pensar también en lo absurdo que resulta que las personas que están detrás de todo ese trabajo, estén recibiendo tan poco por ese momento en el que los estoy escuchando y disfrutando de todo su arte.